¿Y si una nota de suicidio cayera en tus manos?¿cumplirías el último deseo de la persona ya muerta? Eso es lo último que Jesús, un chico como otro cualquiera, pensaría que le iba a pasar.
Jesús vivía en un pueblecito de Asturias con sus padres, y como a todos los chicos de su edad le gustaba escuchar música, leer libros, ir al cine y montarse fiestas con los amigos. Esa mañana, como de costumbre, fue a correr por el bosque cercano a su casa. Era su manera de dar los buenos días a aquel paisaje rodeado de árboles, montañas y con algo de humedad, lo típico del norte. Mientras corría escuchando música, pisaba las hojas que se quedaron secas por el otoño. Llegó hasta el claro de siempre, donde se sentó en una roca. Parecía pensativo y tenía cara de preocupación. A los 10 minutos su expresión parecía más de aburrimiento que de impaciencia, pero allí llegó ella. Pasó sin hacer caso a Jesús, solo con una mirada rápida y sin importancia, pero que al chico le resultó la recompensa por esa espera. Todas las mañanas, al dar su paseo esperaba en esa misma roca, siempre a que pasara ella. Su pelo le parecía precioso y su movimiento era preciso y sensual, parecido al de una animal que fuera a cazar más que al de una chica normal. Para Jesús era algo majestuoso verla correr por donde él lo hacía. Volvió a casa donde le esperaba el desayuno…
Espero hacer de esta una historia por tramos, continuarla según la inspiración que tenga cada día… Esperemos que mi creatividad no decaiga ^^
PD: Se aceptan ideas 😉
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